Fecundación in vitro natural en laboratorio que consiste en poner en contacto los óvulos propios con una muestra de espermatozoides de la pareja, previamente preparados. Se busca que la fecundación ocurra de manera espontánea y natural. Los embriones resultantes se transfieren al útero de la mujer, con la esperanza de que se implanten y den lugar a un embarazo.
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Después de un período de estimulación ovárica, se obtienen los ovocitos de la mujer a través de la aspiración folicular. Este procedimiento se realiza con el seguimiento ecográfico del ginecólogo, quien determina el momento más adecuado, justo antes de la ovulación.
Cuando el ciclo menstrual de la mujer lo permite, se solicita una muestra de semen de la pareja. Esta muestra se procesa para aumentar la movilidad de los espermatozoides mediante centrifugación y técnicas como el swim-up.
En el laboratorio, bajo condiciones óptimas, se combinan un grupo de espermatozoides con los óvulos, esperando que uno de ellos penetre de forma natural en el óvulo para fecundarlo. Luego, se lleva a cabo un seguimiento para verificar que los óvulos fertilizados se desarrollen correctamente como embriones.
El embrión resultante se transfiere al útero de la mujer mediante un procedimiento indoloro en consulta, sin necesidad de anestesia, y se recomienda un periodo de descanso posterior. El ginecólogo introduce el embrión utilizando una fina cánula guiada por ecografía.
A partir de 10 a 12 días después de la transferencia del embrión, se puede realizar un análisis de sangre para detectar la subunidad Beta-HCG, confirmando así el embarazo.
Si hay óvulos extraídos que no se han utilizado en el proceso, pueden ser conservados mediante vitrificación, lo que garantiza su adecuada preservación.
Asimismo, si quedan embriones no transferidos, se pueden conservar o donar, siguiendo un estricto protocolo legal que las clínicas deben cumplir. Su conservación se realiza también mediante vitrificación.