La fertilización in vitro consiste en la fecundación de los óvulos de la paciente en un laboratorio utilizando espermatozoides de un donante anónimo compatible, seguida de la transferencia de los embriones resultantes al útero de la mujer.
Desde 3.140€
Tras un periodo de estimulación ovárica, se obtienen los ovocitos de la mujer mediante aspiración folicular. Este procedimiento es supervisado por el ginecólogo a través de ecografías, quien determina el momento óptimo, justo antes de la ovulación.
Se recoge una muestra de semen de un banco que sea compatible con el grupo sanguíneo y fenotipo de la receptora. Esta muestra proviene de un donante anónimo, un hombre sano que ha sido sometido a rigurosos controles clínicos, cromosómicos y psicológicos, asegurando que no sea portador de ninguna enfermedad detectable según la legislación vigente sobre reproducción asistida.
En el laboratorio, en condiciones adecuadas, se combinan un grupo de espermatozoides con los óvulos, esperando que uno de ellos logre penetrar en el óvulo para fecundarlo de manera natural. Luego, se lleva a cabo un seguimiento para verificar que los óvulos fecundados se desarrollan correctamente en embriones.
El embrión resultante es transferido al útero de la mujer mediante un procedimiento indoloro y sin necesidad de anestesia, que se realiza en consulta. Después de la transferencia, se recomienda un periodo de reposo. El ginecólogo introduce el embrión utilizando una delgada cánula guiada por ecografía.
A partir de 10 a 12 días después de la transferencia del embrión, se puede realizar un análisis de sangre para detectar la subunidad Beta-HCG, lo que confirmará el diagnóstico de embarazo.
Si hay óvulos que no se han utilizado en el proceso, pueden ser preservados mediante vitrificación, garantizando su adecuada conservación.
Además, si quedan embriones no transferidos, estos pueden ser conservados o donados, siguiendo un estricto protocolo legal que las clínicas deben cumplir. La conservación se realiza también mediante vitrificación.